domingo, 22 de julio de 2012
La Vitrola: Manuel García – Acuario (2012)
Sintetizadores y sonidos más plásticos es lo que golpeaba los sentidos cuando se presentaba el futuro contenido de la cuarta placa de Manuel García. Al menos eso en palabras, porque musicalmente, si bien sigue la línea de estos elementos, “Acuario” es un trabajo hecho a consciencia, consciente de lo que gana y pierde en esta incursión que a ratos abraza la sencillez del pop y en otros baja hasta los recovecos siniestros que solo Joy división osó palpar alguna vez.
Es un conjunto de viñetas, una narración, un shock de imágenes en que la ciencia ficción y esta musicalización parecen ir armando su propia historia, una muy diferente de la que sugería de buenas a primeras los adelantos, así como bastante distante de lo que ya nos tenía acostumbrado el nortino trovador. La trayectoria que separa a "Pánico" (2006) de este sintético “Acuario” podría sorprender a más de alguno y poner a prueba qué tan lejos se está dispuesto a experimentar con los sonidos y los pulsos emocionales.
Estéticamente, el viraje es inmediato. No consigue empatizar tan rápido, pero si se escarba con más acuciosidad y menos apatía, deja entrever las bases y todos los recursos de los que se valió el LP para surgir como un híbrido entre el sonido de desamores del ariqueño con toda la parafernalia espacial que alguna vez David Bowie popularizara, así como a nivel sónico se apuesta por más ambiente que por la canción suelta (‘Sueños’ o ‘Carcelero’ siendo los primeros adelantos están un poco distantes de lo mas arriesgado de la placa, como el tema ‘homónimo’ o ‘Caprica’; cortes pop sin escalas previas).
El formato comic también, de por si, le cae como anillo al dedo a la columna vertebral que inspirada en “Crónicas Marcianas” busca consolidar en la lid musical la misma perfección que la obra de Ray Bradbury, sólo que a diferencia de la obra literaria, “Acuario” tiene mas altibajos.
Digamos que este es la clase de disco que se va suavizando según aumenta el número del track. ‘Madera’ llega a doler con su oscuridad futurista, así como ‘Un Rey y Un Diez’ es pura humedad y dolor que el piano aumenta de forma sobrenatural y representan tal vez lo más denso de la placa (sólo al inicio). Quizás sus únicos pares emocionales sean ‘Tan dulce, tan triste’ y esa pieza que rememora directamente al “Kid A” y que cierra la placa (‘La hora nueve’). Esos son los lugares más álgidos y a la vez el sitio donde las sensibilidades lúgubres toman la batuta. No obstante, tienen sus contrapartes, donde los sintetizadores juegan un rol un tanto más lúdico e incluso bailable. ‘Caprica’ es absolutamente un corte hecho bajo una pegajosa premisa, así como ‘Hombre al precipicio’ con un beat intermitente nos suena tan electrónica como cualquiera de los peces metálicos que vuelan sobre la cabeza de Manuel en su portada. ‘El Miedo’ es pura densidad atmosférica y por unos instantes recuerda a ese trabajo que tan bien conseguía Mecánica Popular hace años atrás con “Fatamorgana” (2003), solo que la identidad sonora ha mutado.
Al final, “Acuario” asume sus riesgos y siendo, además, un álbum muy consiente, en donde las canciones tienen un sentido y no se aprovecha de esa tendencia por rellenar espacios con sintetizadores para familiarizar y aumentar el rango de publico, sino que los incluye como una extremidad más con la que dar claroscuros a su música y graduarse como arquitecto astral. Lo único que queda en el tintero es ¿qué se ganó y que se perdió? Es la incógnita que solo el tiempo y el autor puede responder cuando la situación lo amerite, porque la sensación existe y el añejado dirá.
Por Francisco Silva