jueves, 24 de marzo de 2016

Dos visiones de B.R.M.C. en Chile


Anoche, los estadounidenses Black Rebel Motorcycle Club pisaron por tercera vez suelo local para dar un concierto en Blondie. Dos de nuestros periodistas estuvieron ahí. Acá sus visiones:

EL REGRESO DE LOS CABALLEROS OSCUROS
Por Pindaro

La oscuridad. La música de Joy Division, el blues con olor a cantina y a ciénagas de John Lee Hooker, sonaban en la pista central de la Blondie, como prefacio a que esta vez, la presentación de Black Rebel Motorcycle Club podría despejar cualquier duda respecto a sus anteriores visitas. Es que los estrechos y metálicos espacios de la legendaria discoteque, se presentaban idóneos para la estética oscura y sucia de la banda. Y esta, alentada por su fanaticada fiel, no dejó lugar a dudas.

Con retraso, la música sonó estridente pero controlada. 'Beat the devil’s tatoo' coreada por el público como la barra brava de un oscuro y señero equipo provinciano, abrió el show. Un Robert Levon Been simpático, aunque algo errático, conversaba con el público, mientras un serio Peter Hayes peinado hacia atrás como un Johnny Cash posmoderno arrancaba riffs y gritos a su guitarra. Mientras que atrás, la seria Leah Shapiro con su demoledor touch le daba el toque primitivo, rural a la música.

La banda acertó en la decisión de presentar un set con varios momentos: cambios de instrumentos entre los músicos, y un breve set acústico que trajo uno de los mejores momentos del show con Peter Hayes cantando 'Love Burns', el clásico que abre su primer álbum, sólo con guitarra acústica. Además de momentos folk rock con 'Ain’t no easy way', la explosión garaje con 'Red eyes and tears' y un Robert Levon Been que lo dejaba todo en escena.

Con todo ello, la banda lograr generar momentos en que su propuesta cruda y oscura se comprende a cabalidad. Una muestra es que la banda se permite el lujo de tocar lo que quiera sin que suene como relleno, como 'Let the day begin', cover de The Call, y en general presentar un set que contiene un equilibrio entre el repertorio de sus últimos trabajos con el de su clásico álbum debut.

En ese sentido, los años de experiencia les han permitido que su propuesta suene creíble, y su desarrollo escénico coherente y manejado al detalle; las luces, los colores oscuros, las chaquetas oscuras, incluso en los equipos, y los instrumentos antiguos, todo se enfoca en función de la propuesta que debe tanto a Allen Ginsberg como a The Stooges y Spacemen 3, con aspecto a un Club de motociclistas digno de El Salvaje. Black Rebel Motorcycle Club, pudo en la zona de Santiago más sucia, con sabor a schop barato y grasientos arrollados primavera, desplegar su pasión por la oscuridad y el ruido.


EL BASTIÓN PERDIDO ATACA DE NUEVO
Por Camilo Pérez

Los primeros veinte minutos de la jornada consistieron básicamente en la impaciencia (justificada por lo demás) de los presentes ante el retraso de los invitados para dar el vamos. Pero en el momento en que las luces cambiaron el tono y la intensidad, también cambiaron la vibra que poseía a la Blondie esa noche. Más bien decir, alteraron más de una hormona y abrieron un portal del tiempo directo a la adolescencia. Así es, Black Rebel Motorcycle Club is in da house.

'Beat the Devil’s Tattoo' sirve como la entrada esta noche, una sabia elección que quema a fuego lento, pero promete un show que se consumirá en un incendio de blues, punk y folk. La representación de "Specter at the Feast", última placa de los de San Francisco, inicia con el galope percusionista de 'Let the Day Begin', poniendo a prueba los dotes y la precisión de Leah Shapiro desde el principio. Energética, contagiosa y nunca bajando el listón, la baterista le añade un sello personal al favorito público 'Ain’t No Easy Way' que mejora el trabajo hecho por Nick Jago y en vivo es donde se corrobora mejor.

De presencia espectral y fantasmagórica, concentrado en su guitarra como si nadie más estuviera mirando. Esa es la descripción que personifica mejor a Peter Hayes como se le vio durante la noche, y aun así, se sentía receptivo y de brazos abiertos al público sin tener que expresar tanto como hiciera su compañero, Robert Levon Been. Este a su vez, dispuesto a coquetear a la audiencia, y con su dialogo de invitación, parecía perdido en medio del muro de sonido, especialmente en aquellos temas de "Feast", aquellos que invocan la presencia de su difunto padre Michael Been.

Y es ahí donde queda patente que los chicos motoqueros también lloran, y sienten. Para una apertura adrenalínica y un cierre comparado a un balazo de heroína, el set de Black Rebel Motorcycle Club se siente esencialmente conmovedor a la hora de recordar a quién fuera también el ex técnico de sonido de la banda. En 'Returning' una gota de agua se puede divisar caer de la cara de Levon Been. Podría ser sudor, podría ser una lágrima. Pero es la entrega tan de corazón que el guitarrista tiene al cantar, que te inclina a pensar en lo segundo.

Tal como se desordenan las hormonas, el concierto de BRMC es inestable emocionalmente hablando, y alterna varios estados. 'Red Eyes and Tears' se siente como la helada mirada de una persona destruyéndote con los ojos – penetrante y amenazadora, muy en sintonía con la onda siniestra de 'American X'. Luego, hay un espacio en el tiempo donde Shapiro se toma un receso, y la velada entra en modo acústico. 'Ordinary Boy', un demo acústico inédito presentado por Levon Been, continúa en la vena sensible, sin dejar mucho a la imaginación cuando Hayes entona 'Love Burns', brindando un ambiente de tensión que da paso al encore.

Desde los primeros segundos de 'Stop' y salvo la sentida 'Lose Yourself' el cierre será puramente violento y bailado. Los cánticos del público desde el primer momento finalmente invocan la interpretación de 'Conscience Killer', dando paso a la dupla final de clásicos. 'Spread Your Love' prepara los ánimos y baja la guardia para el impacto frontal de 'Whatever Happened to My Rock ‘n’ Roll? (Punk Song)'.

Dando espacio para la variedad, sabiendo variar entre estados anímicos, y reflejando todo en la música, Black Rebel Motorcycle Club hizo anoche a la Blondie moshear hasta que los puños sacaran sangre y los ojos hincharse en lágrimas simultáneas. Y es que el trío californiano conoce el significado de buena diversión. Esta incluye peligro y emoción. Quién puede transmitir estos componentes mejor que un grupo que está conectado entre sí, con una ejecución impecable de sus instrumentos y ni un solo momento bajo calidad.

Los segundos finales de 'Punk Song' hacen al público alzar sus puños en señal de celebración, y con todo justificado, para BRMC da lo mismo el recinto, la clave es cómo sacarle partido.


Fotos: Claudia Jaime (Fauna Producciones)