jueves, 18 de diciembre de 2014

11° Festival de cine y documental musical In-Edit Nescafé (Parte II)

Acunado en la idea que la diversidad lo es todo, la parrilla del festival de documentales musicales independientes este año ha rebasado esta característica, abocándose en ofertar tanto documentales, como obras creadas por músicos propiamente tal, enfocándose tanto en la creación como en la ficción. Musicales y cintas en que algún género musical tiene vital trascendencia sobre la historia.

La parada de hoy se verá situada en dos cintas que tienen como principal eje la función de lo sonoro (pop y metal) sobre los mundos de los individuos que las protagonizan:

God help the girl (2014)
Stuart Murdoch - 111′

Una chica trata de solventar sus problemas existenciales escapándose continuamente del hospital en el que se encuentra recluida para superar una especie de depresión, y en medio de esas tantas exploraciones que hace del exterior, la música se convierte en su principal copiloto, y de paso la guía a conocer a dos jóvenes en una encrucijada similar.

La temática, como tal, no parece nada extraordinario. No obstante, más allá de los escenarios en que se va desenvolviendo todo, con un Glasgow inamovible, y que es dirigida tanto en el plano de la dirección como en el sonoro por Stuart Murdoch, líder de Belle and Sebastian, este musical distribuye su peso principalmente en la actriz y cantante Emily Browning quien dota a Eve (su personaje) de una sensibilidad que sirve de traductora al espacio en que las canciones y el ambiente de la cinta se cruzan, así como en su fotografía -que remite continuamente a esa idea de lo mustio que son los paisajes de las ciudades en el hemisferio norte-, misma característica que favorece enormemente la entrada de canciones dispuestas a sensibilizar sin compasión.



Metalhead (2013)
Ragnar Bragason - 97’

Hera, verá morir a su hermano en la granja familiar donde vive, ocasionándole una especie de ostracismo en que el género del metal (la música favorita de su hermano) le servirá de caparazón contra el pueblo rural de Islandia en el cual se desarrolla la historia, derivando en miles de lecturas posibles sobre la significancia que la música provoca en la protagonista.

Una de las primeras ideas que se pueden extraer de la cinta es la de la voluntad heredada; de como aquellas cosas significantes para quienes ya se han borrado del día a día son revividos por medio de sus costumbres, por medio de sus inclinaciones culturales y sociales, como el yo puede sobrevivir por medio de los gustos.

El segundo y más importante es el que habla sobre cómo encajar lo que somos por sobre lo que se nos pide, de cómo camuflarse en riffs telúricos sirve para esconder el dolor e incomunicarse, así como cuando lo externo trata de silenciar los mundos internos, porque al final esa pugna de fuerzas ignora lo más esencial tras las tendencias: la electricidad del género solo sirve para complementar los gritos desesperados de quien se sabe fuera de lugar. Cuando la dureza de la música sirve para entregar un mensaje de soledad infinita. Absolutamente recomendable.



Por Francisco Silva