jueves, 6 de noviembre de 2014
Caetano Veloso: Una nueva definición de nostalgia
Caetano Veloso en Chile
Miércoles 5 de noviembre, Teatro Caupolicán
Hay lugares y espacios en los que habitamos y que desbordan dulzura; que están llenos de infancia y de calidez. Esa misma imagen, que se nos aparece casi por antonomasia del país carioca, puede ser reducida al concepto de saudade, tan difícilmente explicable pero tan representativo para lo hecho por Caetano Veloso y su banda durante la noche de ayer.
Porque la nostalgia no solo viene cuando se interpretan sonidos antiguos y reconocidos, sino que llega en lo pulcro de las ejecuciones, en la capacidad interpretativa y en la intimidad de cada uno de los acordes entregados por Veloso y la Banda Cé (Pedro Sá, Ricardo Días Gomes y Marcelo Callado).
Y es que lo presentado ayer se configuró como una obra de arte de principio a fin: un punto de partida casi solemne nombrando a cada uno de los participantes del espectáculo- inclusive asistentes de escenografía- y un lugar para innovar frente a un público que, si bien iba a escuchar los temas antiguos, se dejó sorprender por lo ecléctico de las ejecuciones.
Dando el puntapié inicial con ‘A Bossa nova é foda’, se desligó de sus sonidos característicos anteriores aunque, de todas formas, hizo delirar a los asistentes. Un público maduro y receptor de este nuevo Caetano, mucho más rejuvenecido y entusiasta a la hora de interpretar.
¿Por qué esa distancia con los sonidos más clásicos del Bossa Nova y de los temas que lo hicieron famoso? Porque puede y lo hace bien. Con sus 49 discos editados, el artista de 72 años parece ser más moderno que muchos de los modernos. Y él lo sabe, y él lo explota.
Dialogando lo justo y lo necesario con los asistentes, creó una forma de conversación superior a las palabras, armando un show con momentos álgidos, otros melancólicos e incluso llegando a cantar casi a capela. Vaya desafío.
Un silencio casi absoluto seguido por una explosión de baile. Idas y venidas que se sucedían continuamente durante las casi dos horas de show. Caetano sonreía: había encantado al público joven, que era lo más fácil, pero también al adulto, quienes se rindieron desde un principio, olvidando casi por completo la necesidad de escuchar temas como ‘Você é linda’ o ‘Fina estampa’.
El “Abrazazo” llegó a su fin con ‘Desde que samba é samba’, interpretada con arreglos frescos y ágiles, coreada por un Caupolicán repleto y completamente de pie, que fue amante de la nostalgia, pero que también supo reconocerla en la necesidad de presenciar un espectáculo bien realizado, innovador y cercano. Uno de esos que la gran mayoría de los asistentes no veía hace mucho.
Por Natalia Araya
Foto: Ignacio Gálvez