jueves, 4 de septiembre de 2014

Gustavo Cerati: La caída de un Ángel Eléctrico


La vida ligada a la música, la vida ligada al éxito musical, es un camino que trae mucha felicidad y mucha cadencia, es una espada con un doble filo que es completamente inseparable. Excesos, cansancio extremo, alcohol, drogas y mucha energía, son conceptos que finalmente terminan pasando la cuenta.

El mundo del Rock & Roll es una vida del shock, es una vida a mil por hora, una vida que no tiene luces rojas. Es una vida que es explosión, es impacto, es creatividad, es lucidez extrema, es esa capacidad única de contemplar el mundo como si fuera un cuadro en constante movimiento. Es poder ver la belleza donde la mayoría solo podría ver una muralla de papel.

Eso es único, y es por eso que da tanta pena cuando vivimos perdidas de personas tan creativas y que en base a su genialidad terminan siendo un carisma sin segundas partes. Eso es vivir la muerte de un músico, o de un genio, o de un ser querido; es vivir la muerta propia, es vivir la muerte de una pequeña parte de todos nosotros, es vivir la muerte de una parte de ti, una parte de mí. Vivir la muerte de Gustavo Cerati, y como la de muchos otros, es vivir la muerte de una parte que definió procesos personales, es dejar partir un trozo de la propia existencia.

La muerte muchas veces es triste pero también tiene que ser alegría. Finalmente, el que murió del Rock & Roll lo hizo porque vivió la vida como nadie nunca podrá vivirla, como no imaginamos que puede ser vivida. Morir por el Rock & Roll no es vivir la vida maltratando el cuerpo, no es haber desperdiciado el aire de los propios pulmones, es sencillamente otro camino para el cual salir a dar pasos. Es optar por otra forma, por otra sensibilidad, por otro lugar, por otro vértice de visión de mundo.

Están las personas que eligen vivir 90 años y tener una vida plena, llena de estabilidades física y emocionales, sin terrenos empantanados y sin mayores quiebres o rupturas de lo cotidiano. También están los que eligen ser pura explosión creativa a cualquier costo y dejar de existir cuando el cuerpo así lo decida.

Eso es la muerte de Gustavo Cerati: es haber vivido el mundo como tú quieres, es seguir viviendo toda esa energía eterna que nos deja, es ese gran legado de explosión musical únicos que nunca desaparecerán de la banda sonora de la vida de muchos, es darte cuenta que puedes ser y hacer lo que quieras sí lo buscas, y estás dispuesto a ser a futuro un recuerdo.

Finalmente y como dijo un amigo, Argentina tiene a muchos grandes en la selección mundial de la música. Cerati partió y ahora forma parte del equipo.

Por Sebastian Pérez García
Foto: Guido Adler