miércoles, 4 de diciembre de 2013
Korn: Respeto a los ídolos
Korn en Chile
Martes 3 de diciembre, Chimkowe
En su cuarta visita a nuestro país, Korn dio gala del vínculo que mantiene con la fanaticada nacional y su actuación en Chimkowe es, sin lugar a dudas, el más fiel reflejo de esta comunión. Con un disco nuevo editado hace casi dos meses y el reingreso de Brian “Head” Welch a la banda luego de su mediática salida y posterior conversión al cristianismo, los de Bakersfield venían a darlo todo, a pesar de los bullados rumores sobre quiebres personales entre ellos.
La banda encargada de calentar el ambiente fueron los ariqueños de Sinkarma, rock duro desde el Morro. Casi media hora de presentación y ya se daba la tónica de la noche: mucho cuello y hartos golpes. Tras cuarenta minutos de espera, que sirvió para que los más atrasados llegaran a tiempo, un Chimkowe teñido de negro recibió a Head, Munky, Fieldy, Ray Luzier y Jonathan Davis luego de tres años desde su última visita.
Sonó la batería de ‘Blind’ y se desató el caos. El denso sonido de los californianos puso en trance al público, que en ningún momento dejó de corear la canción que abre su primer larga duración. Luego siguió el clásico scat de Davis en ‘Twist’, para abrir el primer gran momento de la noche con ‘Falling Away From Me’.
‘Love & Meth’ y ‘Narcissistic Cannibal’ nos llevan a los nuevos rumbos de Korn. Un sonido ligado más a la electrónica que al rock. Un cambio por el que la banda se la ha jugado y que sigue dividiendo las aguas entre seguidores y la prensa especializada.
‘Love & Meth’ y ‘Narcissistic Cannibal’ nos llevan a los nuevos rumbos de Korn. Un sonido ligado más a la electrónica que al rock. Un cambio por el que la banda se la ha jugado y que sigue dividiendo las aguas entre seguidores y la prensa especializada.
‘Dead Bodies Everywhere’, clásico de “Follow The Leader” (1998), seguía con la fiesta. Cabe destacar el gran virtuosismo de Ray Luzier en las baquetas. Si bien nunca llenará el espacio dejado por David Silveria, la potencia que imprime en vivo basta para dejar boquiabierto con su gran desplante. ‘Coming Undone’ puso los paños fríos en el ya sofocante Chimkowe.
El próximo año se cumplen veinte años desde el debut discográfico de Korn, con su álbum homónimo, y una de las canciones emblemas de aquel disco, y obligatoria por excelencia en los setlist en vivo, también se hizo presente en el show. La imagen ya está en la retina de todos. Jonathan Davis y su gaita, haciéndola chillar y animando al público para ‘Shoots and Ladders’. La brutalidad de su ritmo se plasmó también en el inmenso mosh pit que se formó en cancha, rematando con la sección final de ‘Somebody Someone’.
‘Never Never’, parte de “The Paradigm Shift” (2013), su más reciente placa, marcaba esa delgada línea entre el caos y la tranquilidad. ‘Here to Stay’ apeló al sonido más purista y clásico de la banda. Bajas afinaciones y brutales slaps, gracias a Munky, Head y Fieldy, respectivamente.
Con el dedo medio en el aire, ‘Y'All Want a Single’ invitó a “mandar a la mierda” todo y a todos. ‘Prey For Me’ fue el último bocado de un último disco que no convence mucho en su totalidad, ni siquiera con la llegada de Head se puede defender lo indefendible. Korn desde hace un buen tiempo que perdió el norte musicalmente y tal vez es por eso que incorporen tan solo tres canciones del álbum que los trajo por estas tierras y que se dediquen solo a los clásicos.
Con el cover de ‘Another Brick in The Wall’ de Pink Floyd, que incluyó un atmosférico jamming entre Fieldy, Ray y Munky, los californianos cerraron la primera parte de su show. El gran respeto hacía Korn es inevitable, una banda que marcó precedentes en el actual recambio musical y que junto a Limp Bizkit y Deftones lideraron el Nü Metal en los noventas. Letras que identificaron a una generación perdida ad portas de un nuevo milenio, riffs y fraseos densos, que las 5 mil personas que repletaron el complejo de Peñalolén vitorearon a rabiar.
El encore partió de la mano de Skrillex con ‘Get Up’, parte de “The Path Of Totality” (2011), ese híbrido de Korn junto a lo más calado del dubstep mundial. ‘Got the Life’ fue un show aparte: es probablemente la canción más conocida de ellos, por lo que el desenfreno fue total en cancha. La catarsis en ‘Freak on a Leash’ fue la cuota final para un espectáculo complejo, por la mezcolanza en el trabajo a lo largo de veinte años, pero efectivamente sólido.
Cero problemas sonoros en el recinto, visibilidad desde todos los ángulos, etc. Los astros se alinearon para graduar a Korn con creces en nuestro país. Y al igual que a bandas como Iron Maiden o Faith No More, a los ídolos se les respeta y se les perdona todo. Desde el alejamiento de Head con sus dimes y diretes hacia la banda, la salida de Silveria o el agotador e insufrible coqueteo con la electrónica, el respeto y perdón es infinito y eso lo sabemos, tácitamente, todos los que estuvimos ahí.
Desde ahora, Korn: Chile es tu casa.
Por Bayron Ríos
Fotos por María Paz Arias