domingo, 14 de julio de 2013

Dead Can Dance: Sensaciones entre lo divino y lo mortal


Dead Can Dance: Final show of 2012-2013 world tour
Sábado 13 de julio, Movistar Arena

Hay pocos momentos en la vida de una persona en la que puede vivir mismas experiencias y sentir distintas sensaciones. Lo que pasó con Dead Can Dance en su regreso, bajo la misma gira, bajo una misma certeza, fue algo que no se puede explicar con más detalles y que se resumen en una sola palabra: sublime.

Todo comenzó de forma puntual con la presentación previa del percusionista David Kuckhermann, quien se encargó de abrir el show en cada una de las presentaciones de la banda australiana en todo el mundo. Interpretando cinco piezas en distintos instrumentos, además de contar con la participación del chileno Mauricio Garay en cuerdas, logró captar la atención del público e hipnotizarlos con perfectas ejecuciones y un carismático acento anglo-español.

Y precisamente, la hipnosis fue la gran protagonista de la noche. Pues, luego de esperar un rato, la el enigmático dúo australiano, acompañados de sus músicos, hicieron ingreso al escenario y un Movistar Arena casi repleto se vino abajo de la emoción. "Children of the Sun", apertura de los 88 conciertos que dieron en la gira que los trajo de regreso, fue razón de ovación por cada uno de los presentes.

Con un setlist renovado, pero que no dejó fuera canción alguna que pudiese faltar, hicieron una repasada a su último disco Anastasis (2012) y a diversas etapas de su nutrida discografía. Así fue como presentaron canciones como "Rakim", "Amnesia", "Sanvean", "Nierika"; todo complementado con un juego de luces que permitían crear la atmósfera perfecta para cada momento.

El tiempo pasó volando. Lo que lograban los siete músicos en escena era tan mágico, que la palabra queda chica. Era como estar solo en medio del tremendo Movistar Arena. Solo entre la nada y la banda, escuchando y disfrutando de cada paisaje recreado por Lisa Gerrard, Brendan Perry y su magnífica compañía. El público en silencio y las estratosféricas melodías llevadas a la perfección, hacían todo lo posible para que cada uno viviese esa especie sinestesia en una soledad absoluta.

Qué más se puede decir de la inigualable capacidad vocal de ambos cantantes. Brendan, por un lado, dio muestra -a estas alturas- ya comprobada de que la edad y los años no pasan por su voz, menos por su sorprendente talento en las cuerdas y cada instrumento que utilizaba. Y Lisa, confirmaba una vez más de que no es humana, sino más bien, lo más cercano a una deidad terrenal. Una diosa llena de misterio y que no emitió palabra alguna hacia sus feligreses, sino que usaba su voz solo para cantar.

Y esto se evidenció cuando, casi a capella y solo acompañados por un grave sintetizador, ambos interpretaron "The Host of Seraphim", erizando hasta el más insensible dentro del Arena. Un momento levitante, más allá del olor a hierba que emanaba, y que dio paso a la ejecución de dos antiguas canciones griegas, entre las cuales, "Ime Piezakias" se llevó todos los aplausos.

Una de las sorpresas del rearmado repertorio, fue cuando Gerrard y Perry se dispusieron a tocar "Cantara" junto a su banda de apoyo. Esta vez, a diferencia de su único registro en vivo como en Toward the Within, la interpretación fue una versión muy apegada a la original. Un preámbulo soñado para la pausa que vendría después de la emocionante "All in Good Time".

Pues, el bullicio que emergió entre aplausos y silbidos, permitó que toda la banda volviera para tocar cuatro temas más, entre los cuales, Brendan Perry se dio el lujo de interpretar "Song to the Siren", de Tim Buckley, lejos de toda la oscuridad, misticismo y sublimidad de la velada. Todo eso, para finalizar con broche de oro y la épica "Return of the She-King".

Fueron dos horas llenas de cualquier emoción fuera de lo terrenal, y que se sintieron como minutos que hicieron corta la velada. La concepción del tiempo se perdió, logrando disfrutar al máximo cada uno de los segundos del cierre de una gira maravillosa. Y es maravillosa, no solo por lo expresado en el escenario, sino que por traer a una de las grandes bandas de mediados de los 80. Un regreso necesario, justo, y por sobretodo, sublime.

Revisa más fotos del concierto acá:


Por Jorge Rubio Soto
Fotos por Fran Núñez